Como bien nos recuerda Henry Ford, la productividad y la eficiencia no son un teatro donde exhibirnos, para que otros nos vean, nos valoren o admiren, sino que son algo que hacemos por nosotros mismos. De hábitos que adquirimos y por los que regimos toda nuestra vida, no solo la parte profesional. Porque no olvides que como haces una cosa, las haces todas. Si trabajas con calidad, en tu vida personal también aportarás calidad. Actuamos como somos, y somos como actuamos.
Debemos plantearnos qué calidad deseamos en nuestro trabajo, como un estándar personal, no como algo impuesto desde fuera o para justificar hacia fuera, sino que la calidad con la que trabajamos debería darnos satisfacción a nosotros mismos por encima de cualquier otra cuestión, y desde ahí ir buscando paso a paso acercarnos a la excelencia profesional en cada tarea que desarrollemos.
Y he dicho bien, en cada tarea que realicemos, porque la calidad total de nuestro desempeño no es otra, que la suma de la calidad de cada acción que llevamos a cabo. La cadena será tan fuerte como el eslabón más débil, igual que nuestra calidad será tan alta, como la acción de menor calidad que hayamos realizado.
Precisamente esta es una de las cosas, que hizo que Steve Jobs lograra altísimos niveles de excelencia en sus productos, porque exigía a todos los componentes del equipo y así mismo, ir al detalle, todo era importante, nada era tan tonto o insignificante como para hacerlo de cualquier manera. Y así ha sucedido con los diseños por ejemplo de Apple, que cada vez son más imitados por la competencia, porque todo ello es pensado al detalle y con mimo, cada tornillo, cada superficie, etc. es “amable” con el usuario, es funcional, práctico y estéticamente agradable.
¿Te imaginas que tu trabajo pudiera ser como un producto Apple? ¿qué pudiera ponerse en el salón como un objeto de decoración? Claro, estarás pensando que no es lo mismo un ordenador o un teléfono, que un informe contable o similar, pues bien, sí que es lo mismo. Tú como yo hemos visto informes e informes, algunos hacían daño a los ojos, otros daban ganas de ponerles un marco y colgarlos en la pared. Bien, pues este nivel de excelencia, es el que te invito que persigas.
En verdad es una actitud, la de mejorar cada cosa que haces, y detrás de esa actitud, se esconde una pregunta repetitiva que has de hacerte en cada acción: ¿cómo puedo mejorar esto que acabo de hacer, para la próxima vez? o en su variante ¿cómo puedo mejorar respecto a la vez anterior, esto que estoy a punto de hacer?
¿Qué opinas sobre esta actitud y el concepto de calidad no exhibicionista? deja tu reflexión más abajo en comentarios, juntos podemos aprender mucho más. Y si te ha gustado este contenido y lo encuentras útil, compártelo en tus redes sociales, juntos podemos hacer que nuestro mundo tenga más calidad, gracias a que las personas emprendan su búsqueda de excelencia.
Te he preparado un cuaderno de trabajo, para que puedas comenzar a implementar ya mismo tu estrategia de calidad 360º, de modo que puedas impregnar de mayor excelencia cada acción que realices.
Bájate ahora el cuaderno de trabajo, y comienza ya mismo a sacar partido de una calidad 360º, tu vida ganará en todos los aspectos con este cambio que estás a punto de realizar.
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Creo que has incidido en un aspecto fundamental en el éxito. Pienso que los hábitos son fundamentales y si actuas pensando en hacer las cosas bien, independientemente del «escaparate» estás creando un hábito que va a influir enormemente en ti mismo. La calidad no sólo va a ser un resultado de esta actitud sino que también pasará a formar parte de tu forma de ser.
Muchas gracias Josep por tu aportación…
Estoy totalmente de acuerdo… así lo veo… un cambio de hábito es un cambio de vida… así de radical… cuántos más hábitos se cambien, más grande es el cambio de vida…
Un fuerte abrazo