La tarea del líder es crear un ambiente propicio para el esfuerzo supremo. Un clima que reúna la voluntad de los miembros del equipo para apostar por un mismo objetivo. Cuánto más elevado es ese objetivo, más se satisfacen las motivaciones individuales, que suelen ser diferentes entre sí.
Pepu Hernández, seleccionador de baloncesto de España, campeona del mundo en el 2006.
Dicho esto, solo queda preguntarse si estamos llevando este tipo de liderazgo a nuestros equipos.
Para ello sugiero en primer lugar que cada uno pueda de forma anónima rellenar un papel con el objetivo que cada uno cree que se persigue y lo entregue en un sobre cerrado, tras abrirlos y verlo podremos ver en primer lugar la claridad de objetivo.
Y tras aclarar si es preciso cuál es el objetivo elevado y común que se persigue, repetiría la actividad del papel y el sobre, preguntando en esa ocasión: ¿para qué cada uno persigue este objetivo?, igualmente de forma anónima.
De este modo podremos no solo determinar un objetivo común, sino que además cada uno se parará a pensar sus propias motivaciones para lograrlo, y nosotros, aunque no sepamos identificar de quien es cada motivación, sí tendremos un sentir de equipo más emocional que nos permitirá llegar allá donde nos propongamos.
Ya solo queda una pregunta más: ¿qué día de esta semana vas a hacer esta dinámica?